La ducha higiénica jubilará al bidé
Por un escritor de hombre misterioso
Descripción
Ocupa menos y es mucho más versátil
¿Hay bidé en tu cuarto de baño? Si tu casa es relativamente nueva, seguro que no, pero este artefacto sanitario que prácticamente nadie usa pervive –si sus propietarios no se han deshecho ya de él- en todos los cuartos de baño construidos entre los 50 y los 90. Ahora, además, hay un invento excepcional importado desde musulmanas tierras que le arrebata el poco sentido que pudo tener alguna vez: la ducha higiénica. ¿Qué es la ducha higiénica? En sí, no es más que una manguera de ducha que se coloca junto a la taza del WC y puede estar empotrada en la pared o conectada a la cisterna del retrete. Ambas, claro, sirven para lo mismo: lavarse las partes bajas, pero la primera versión tiene una ventaja evidente que es la posibilidad ofrecerte agua caliente, lo que se agradece dado el destino del agua en cuestión y la segunda, aunque sólo pueda ofrecer agua fría, es especialmente interesante para que la podamos instalar en baños antiguos en los que nadie pensó en este invento, porque no hace falta romper baldosas, localizar tuberías y hacer conexiones. Procedencia árabe El origen de esta singular dicha es árabe porque en los países musulmanes no se utiliza papel higiénico y sí agua a cierta presión. Ahora, en España, también se acostumbra instalar este tipo de grifos o duchas en nuevas viviendas, ya que muchos compradores de origen magrebí lo agradecen y, además, resulta mucho más barato que incluir un bidé en el cuarto de baño y permite ahorrar espacio. Al tiempo, estos grifos tienen otros interesantes usos, porque son perfectos para duchar mascotas si instalas un discreto desagüe en el suelo. En Asia, donde tampoco son amigos del papel higiénico, incluyen en los retretes chorros de agua fría y caliente estratégicamente dirigidos al destino en cuestión. Y es que, en determinadas cosas, otras culturas nos ganan como, hace ya unos cuantos años, aquel jurista granadino que presidió el Tribunal Constitucional y se llamaba Manuel Jiménez de Parga recordó al explicar que, mientras en Granada en el año 1000 ya había surtidores de agua de colores distintos en otras zonas más al norte ni siquiera sabían asearse los fines de semana. Algo de razón, viendo esto de las duchas higiénicas, llevaba el bueno de don Manuel, que en paz descanse.
¿Hay bidé en tu cuarto de baño? Si tu casa es relativamente nueva, seguro que no, pero este artefacto sanitario que prácticamente nadie usa pervive –si sus propietarios no se han deshecho ya de él- en todos los cuartos de baño construidos entre los 50 y los 90. Ahora, además, hay un invento excepcional importado desde musulmanas tierras que le arrebata el poco sentido que pudo tener alguna vez: la ducha higiénica. ¿Qué es la ducha higiénica? En sí, no es más que una manguera de ducha que se coloca junto a la taza del WC y puede estar empotrada en la pared o conectada a la cisterna del retrete. Ambas, claro, sirven para lo mismo: lavarse las partes bajas, pero la primera versión tiene una ventaja evidente que es la posibilidad ofrecerte agua caliente, lo que se agradece dado el destino del agua en cuestión y la segunda, aunque sólo pueda ofrecer agua fría, es especialmente interesante para que la podamos instalar en baños antiguos en los que nadie pensó en este invento, porque no hace falta romper baldosas, localizar tuberías y hacer conexiones. Procedencia árabe El origen de esta singular dicha es árabe porque en los países musulmanes no se utiliza papel higiénico y sí agua a cierta presión. Ahora, en España, también se acostumbra instalar este tipo de grifos o duchas en nuevas viviendas, ya que muchos compradores de origen magrebí lo agradecen y, además, resulta mucho más barato que incluir un bidé en el cuarto de baño y permite ahorrar espacio. Al tiempo, estos grifos tienen otros interesantes usos, porque son perfectos para duchar mascotas si instalas un discreto desagüe en el suelo. En Asia, donde tampoco son amigos del papel higiénico, incluyen en los retretes chorros de agua fría y caliente estratégicamente dirigidos al destino en cuestión. Y es que, en determinadas cosas, otras culturas nos ganan como, hace ya unos cuantos años, aquel jurista granadino que presidió el Tribunal Constitucional y se llamaba Manuel Jiménez de Parga recordó al explicar que, mientras en Granada en el año 1000 ya había surtidores de agua de colores distintos en otras zonas más al norte ni siquiera sabían asearse los fines de semana. Algo de razón, viendo esto de las duchas higiénicas, llevaba el bueno de don Manuel, que en paz descanse.
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